diumenge, 15 de juliol del 2012

Elisabeth se dió cuenta que permanecía con la problematica, que en realidad, nunca le había abandonado. Incluyo ya antes de nacer, el problema había sedimentado en su lecho natal, precipitándose de alguna manera considerable durante su crecimiento vital. 

Ella era demasiado sensible para no percibirlo, pero a menudo se preguntaba si sus hermanas lo habían sufrido más que ella. Nunca había planteado preguntárselo, y quizás había llegado el momento.  Intentaba hablar de ello, pero no podía, estaba incapacitada. Sólo pronunciar esas mofas hacia su ser quierido, le dolían de tal forma que se quedaba sin aliento. 

Se percató que toda su trayectoria había estado relacionada intrínsecamente con ello. 
Cuando se había enamorado, había perdido peso. Luego lo ganó, y el hambre y el apetito, siempre fueron cogidos de la mano. Así como las ganas de vivir, era una persona tan emotiva, que su maquinaria dejaba de funcionar, o en su defecto, funcionaba a una velocidad de la luz en función de cómo se sentía.

De la manera que fuese, habría un día que habría que solucionarlo. 
Y ese día había pasado, pero como siempre, la historia se repite. 
Una y otra vez. 

Nuevamente lo intentó.





Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada