dimecres, 27 d’abril del 2011

Sanshiro

El desconocido comentó que podía entender perfectamente porqué los ermitaños taoístas habían escogido el melocotón como la fruta que más se les parecía, se suponia que los ascetas de la montaña vivían para siempre en algún tipo de sustancia etérea y los melocotones problablemente se acercaban a esto más que otra cosa en el mundo. Tenían un sabor bastante difícil de definir. El hueso era muy feo, pero interesante también, con su forma basta y con todos esos agujeros.

Sanshiro no había oído a nadie ésta original reflexión. Aquí tenía a un hombre que decía cosas bonitas y estúpidas, sentenció así.

Sanshiro, Natsume Soseki.